El equipo de Sepp Herberger ganó allí su primer título mundial, aunque la final contra Hungría fuese una amarga experiencia para Jakob Streite, tercera equipacion barcelona el cerebro de «los bávaros». En la última jornada el Eibar optaba a obtener esa cuarta plaza, pero un Osasuna, que no se jugaba a priori nada, le plantó cara fieramente y forzó un empate en Ipurúa dejando al Eibar sin ese dinero, muy importante para un equipo modesto y de bajo presupuesto como el Eibar.