El jugador del Barcelona maravilló a propios y extraños en Lisboa, entre otras cosas por la utilización de un nuevo recurso técnico. Una especie de bandeja a la que daba un arco enorme que le permitía burlar a las defensas rivales y que más tarde se conocería como «la bomba» convirtiéndose además en el apodo del propio jugador. Existió también una fuerte rivalidad local con el A.A.